En tiempos difíciles como en los que estamos viviendo, donde la incertidumbre nos abraza al ver todo lo que sucede en nuestro alrededor, es muy fácil caer en la duda, quebrantando nuestra fe y cayendo en el afán y la ansiedad. Dios en Su infinita grandeza y a través de la Biblia, que es Su Palabra nos aconseja, nos manda que no caigamos en la ansiedad al preocuparnos por las cosas terrenales. En Su providencia Dios nos protege de la ansiedad al decirnos en Mateo 6:26, “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
Mateo 6:25 comienza diciendo “Por tanto os digo…” esta frase nos indica que debemos tomar en cuenta lo que se ha dicho anteriormente, y esta es la afirmación de nuestro Señor diciendo que no podemos servir a Dios y a las riquezas y está hablando de tesoros terrenales, especialmente el dinero. La ansiedad y la preocupación indican una falta de confianza en la sabiduría, soberanía y poder de Dios. Confiar en Él y meditar en Su Palabra es el mejor antídoto contra la ansiedad (Sal 1:2). Todas las dificultades están dentro de los propósitos de Dios.
La ansiedad y el afán
Lo que produce la ansiedad es el afán nuestro al querer alcanzar la satisfacción a nuestras necesidades por nuestras propias fuerzas. El antídoto contra el afán son las promesas de Dios que nos protegen, y nos liberan de ese terrible mal, el afán. Nuestra confianza debe estar puesta en Dios pues Él ha prometido como dice el salmista: Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará (Sal 37:5).
Como el afán es dañino para nuestro ser, debemos evitarlo como se evita una serpiente venenosa, además de que es indigno para un creyente el afanarse porque hemos sido enlistados en el ejercito de Dios y por lo tanto nos debemos dedicar a ejercer ese llamado no involucrándonos en cosas sobre las cuales no tenemos control. Además de que es inútil afanarnos porque no alcanzaremos nada.
Encontramos un ejemplo de una persona afanada en Marta la hermana de Lázaro, a quien el Señor le dice en Lucas 10:41, “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.” Y es necesario el énfasis que el Señor hace al decirle a Marta que está turbada con muchas cosas, esa turbación es la ansiedad que no nos deja estar en paz.
La ansiedad no nos deja tener comunión con Dios porque estamos tan ocupados en ella que nos olvidamos que el que nos puede ayudar verdaderamente está allí con nosotros y no lo podemos ver. Por lo que debemos descansar en la protección divina prometida a Benjamín (esto es la tribu de Benjamín) en Deuteronomio 33:12 “El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará.” Y alguien puede decir que esa promesa es para Benjamín no para nosotros, sin embargo, ahora se aplica también a nosotros como pueblo de Dios; no que hayamos desplazado al pueblo escogido de Dios, sino que ahora disfrutamos de las promesas que Él les hizo a ellos primero y ahora son para nosotros también.
Anhelando la paz de Dios
En nuestra ansiedad, porque todos caemos alguna ves en ella, debemos anhelar la paz, la seguridad que solo Dios da como dice el salmista en el Salmo 23:2–3 “En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma…”. En ocasiones tal pareciera que no hay una salida para la aflicción por la que estamos pasando y aún así debemos recordar el consejo que Dios mismo nos da a través de su Palabra, “…echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pe 5:7). “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mat 6:31). “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat 6:33-34).
Confiemos porque el que ha prometido que nos ayudaría siempre lo ha dicho, “He aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, amén” (Mat 28.20)
Juan Rodríguez es el Director del Instituto Bíblico Visión Misionera en Templo Betania y sirve como maestro y predicador.