La iglesia está en constante movimiento y si queremos ser parte de ella debemos ser capturados por el mensaje de Jesús y ser llenos del poder del Espíritu Santo.
Cada creyente tiene una medida de fe que él da pero también nos invita a cultivar nuestra fe y no quedarnos complacientes en una medida. Lo podemos hacer en una intimidad sincera con Él, ya que nada de lo que podamos hacer lo puede impresionar.
Dios resiste a los soberbios pero da la gracia a los humildes. La manera que respondemos a su llamado de acercarnos a su presencia depende de la postura de nuestro corazón, el cual Él anhela que nos acerquemos con un corazón puro.
En esta historia exploraremos la exaltación y humillación de dos personajes. Una mujer pecadora que se acercó en quebrantamiento ante Jesús y de un hombre religioso llamado Simón, que aunque Jesús era su invitado no lo recibió igual.
El mayor reto para nuestro crecimiento a veces somos nosotros. En un periodo de prosperidad podemos confiar en nuestras habilidades y ensoberbecernos. Solo el quebrantamiento puede hacer vencer la altives.
Para edificar nuestro hogar necesitamos la ayuda de Dios y dependencia en Él. Si lo hacemos solos en vano trabajamos, ya que es difícil y nos dirige a la ansiedad y afán por causa de nuestro límite humano.
El avivamiento comienza con nosotros cuando buscamos la presencia de Dios con un corazón quebrantado y arrepentido con el anhelo de obediencia a la voluntad de Dios.